¿Personalidad, temperamento o carácter?; Tres términos que se confunden a menudo.
Sin embargo, una nueva visión sobre el asunto cobra espacio, mediante los estudios del filósofo brasileño Olavo de Carvalho, quien elabora una estructura de la personalidad organizando todas las construcciones teóricas que se han elaborado hasta el momento presente a través de una mirada metafísica e integrativa.
El profesor Olavo, es una figura referencial en el ambiente intelectual, no solamente en Brasil, sino también en los países lusitanos, y es conocido por su postura contraria al marxismo cultural.
En la disciplina psicológica, sus estudios empezaron con la convivencia con el Doctor Müller, un psicólogo que desarrollaba su labor de una manera bastante intuitiva, con significativos resultados, si bien, carecía de un soporte teórico definido.
Al observar su actuación clínica, el profesor ha empleado sus esfuerzos en organizar su práctica, mediante la estructuración de una teoría de la personalidad a través de “capas” – traducción libre para el término «camadas» en portugués -.
Cada capa expresa una manifestación completa de la personalidad y al avanzar en su estructura, existe un cambio igualmente completo de esta.
Por lo tanto, la definición de personalidad es abordada como un aspecto dinámico de la vida interior que depende de una instalación en una “forma” específica de las facultades humanas, sin generar una alteración en sus partes constitutivas. Es decir, cuanto más capas hayas superado, mayores potencialidades alcanzas, y con ello, la construcción de una personalidad fuerte y madura que no puede ser desestabilizada, luego, una vez que se haya superado una capa anterior, no vuelves a estar en ella, por más que sus elementos siguen presentes en la vida;
Se puede realizar una analogía con el árbol para comprender su teoría:
Un árbol distribuye su fuerza vital en la raíz, el tronco y la copa. Durante el invierno, la concentración de esa fuerza se encuentra en las raíces, las cuáles se vuelven más profundas y resistentes, permitiendo que se realice las podas de la copa.
En el verano, esa energía sube hasta la copa, y por lo tanto, una poda es una ocasión de muerte para el árbol. Las podas son las mortificaciones necesarias para aprender a sufrir, y por lo tanto, lo que permite que las raíces puedan desarrollarse con mayor fortaleza. Al pasar cada capa, las raíces se vuelven más profundas, pero muchas podas son realizadas para lograrlo. Es por ello que las personalidades que se encuentran en las capas superiores, son capaces de alcanzar mayores logros, por su capacidad de soportar los sufrimientos inevitables de la vida.
Esta teoría está estructurada en doce capas. Todo adulto debería llegar hasta la séptima capa, y el problema de la sociedad empieza con la realidad de que la mayoría no ha superado la cuarta capa, que serían los elementos de vivencia infantil hasta el desarrollo de la pubertad.
De esta manera, se condensa todo el estudio del macrocosmos, en la constitución de la personalidad como la representación humana del microcosmos, y por eso, me atrevo a decir que es la mejor teoría estructural de la personalidad, ya elaborada en la historia de la psicología moderna.
Al estudiar el desarrollo humano a partir de esta teoría, uno se encuentra con una explicación racional acerca de la santidad y la bienaventuranza, pues sólo a través del esfuerzo consciente se logra la capacidad de alcanzar los bienes trascendentales. No obstante, este no es un modelo de camino de perfección a la vida intelectual, pues expresa que existen personas maduras en la maldad y que estos son los verdaderos enemigos que deben ser combatidos, debido al perjuicio resultante de sus acciones.