Sin buscarlo me llegó una de esas fotos digitales que se viralizan a la velocidad de la luz y que mostraba a algunos jóvenes acompañando la manifestación simbólica realizada por los profesores el día jueves 5 de setiembre frente al Rectorado de la UNE. Uno de los carteles del grupo de jóvenes decía algo como: “Los jóvenes apoyan el paro”, o algo así. Lo sorprendente es que he visto allí a varios rostros conocidos, y me saltó la alarma ante lo que estábamos a punto de volver a vivir.
Algunos de esos jóvenes eran conocidos “monos” que estuvieron encadenándose a las puertas de la facultad de filosofía durante el malparido paro estudiantil del 2015, impidiéndo a los alumnos, a la inmensa mayoría de los alumnos, continuar normalmente con sus clases y exámenes. Los llamaban monos probablemente porque se comportaban como tales, pero también en recuerdo de aquellos “macacos” –así los llamaban los periódicos de la época– que habían invadido el territorio nacional durante la guerra grande y se llevaban nuestra libertad y nuestros sueños. Alguna analogía existirá entre ambos. O entre todos. No olvidemos a los animales que sin culpa suya nos sirven de referencia simbólica.
Si los animales salen de sus guaridas pasado el invierno y se preparan para realizar sus tareas de procreación, en la UNE salen para aprovechar el clima estacional que se deja entrever en nuestros lapachos floridos para fastidiar la vida de los alumnos que sólo desean terminar como puedan la ya pobre educación que reciben
El caso es que la presencia de “monos” en este nuevo setiembre me preocupa sobremanera. Se está convirtiendo este mes en el mes del desorden y la inseguridad. Terminaremos diciendo que el que pasa este mes sin una protesta ya puede estar seguro de terminar el año. Si los animales salen de sus guaridas pasado el invierno y se preparan para realizar sus tareas de procreación, en la UNE salen para aprovechar el clima estacional que se deja entrever en nuestros lapachos floridos para fastidiar la vida de los alumnos que sólo desean terminar como puedan la ya pobre educación que reciben y que no mejorará por tener mejor presupuesto, aunque el reclamo docente puede ser muy justo.
Estos monos y sus reclamos sentimentales demuestran hasta qué punto la ignorancia puede ser mala consejera. Si los profesores quieren dejar la protesta limpia de toda injerencia ajena a sus justos intereses, es mejor quedar bien lejos de esta gente.