Los términos ortodoxia y heterodoxia son utilizados de manera indiscriminada en discursos políticos o críticos en la actualidad, como cualquier otro término. Sin embargo, se les da una narrativa arquetípica de la lucha de una revolución frente a un estatus quo. Por ejemplo: llamar ortodoxia a la postura política venezolana que está a favor de la dictadura de Nicolás Maduro, y heterodoxia a la del revolucionario detractor del mandatario. Por ende, se toma a groso modo con una connotación negativa un término mientras se idealiza al otro.
Esto a medio y largo plazo sería una nueva fuente de malos entendidos pues, en el imaginario colectivo se podría entender a la ortodoxia como un estado actual a ser superado por una nueva tesis o estado revolucionario; una corrupción del vocablo que sacrifica el concepto por la fuerza retórica.
Bajo esta posible narrativa, los conceptos denominados ortodoxos podrían ser enseñados como tesis superadas y únicamente mantenidas en el tiempo por adoradores de cenizas. Lo que sería una nueva molestia con la que tendrán que lidiar los que profesan la ortodoxia de la religión, de las técnicas médicas o las ciencias básicas, por ejemplo; pues, si la corrupción del término no se trata, cuando alguien dijese que una norma es ortodoxa, se interpretaría que dicha norma está para ser actualizada o mejorada de alguna manera, debido a que la llamada ortodoxa es implícitamente mala.
Lo que sucede es que una vez más, se toman dos conceptos subordinados y se los contrapone. En este sentido, la hipótesis es que: no puede haber heterodoxia sin una ortodoxia a la que se subordine. Y a su vez, lo obvio: que se está malinterpretando el concepto de ortodoxia. En pocas palabras: que ambos términos no son contrarios, sino concepto compuesto y componente.
El término ortodoxia es el más sencillo de explicar, sus raíces griegas: orthos (correcto) y doxa (opinión), permiten intuir el concepto rápidamente: opinión correcta, narrativa correcta, norma correcta o doctrina correcta. La idea es que a un concepto se le atribuye la cualidad de correcto, real o verdadero. Por ende, de haber un detractor a un estado que dice ser ortodoxo, este no debería afirmar que está contra la ortodoxia, pues sería lo mismo que admitir estar contra lo realmente verdadero o correcto. De ser el caso, alguien debería de mostrar la no ortodoxia del estado al que se ataca.
Por otra parte, el concepto de heterodoxia, como ya exponía Chesterton en su libro Ortodoxia; se está utilizando en la actualidad como también se utiliza falazmente el término relatividad, esto es: para enmascarar un error o una falsedad. En estos tiempos, para que una opinión pueda no ser catalogada como absurda o incluso estúpida, se la enmascara con el adjetivo: heterodoxa. Y sumado a esto, como poco a poco se idealiza el término, es posible que de no frenarse en las instituciones educativas esta tendencia, la estupidez llamada ahora opinión heterodoxa sea vista como: solo una opinión diferente a la ortodoxa, pero igual o más válida que esta. Para tratar de remediar el escenario, podría ser menester la interpretación ortodoxa del término heterodoxia.
La heterodoxia es pues, una opinión diferente, pero no necesariamente contrapuesta a la opinión verdadera; la ortodoxia. Porque de ser así, toda heterodoxia sería por deducción lógica, una falsedad.
Para comprenderlo, puede que sea ilustrativo una analogía matemática: se sabe pues que 3 veces 3 es igual a 9, por ende, es ortodoxo e intuitivo afirmar que √9 es igual 3. Pero a su vez, -3 veces -3 también es igual a 9, por ende, es heterodoxo afirmar que √9 también puede ser -3. Con este ejemplo, uno se da cuenta que para √9 hay dos resultados correctos un +3 o un -3, por ende esta sería la ortodoxia sobre el tema, y la heterodoxia, sería una u otra respuesta que dependerá de la circunstancia, para el caso, del ejercicio matemático al que se le quiera dar respuesta. En palabras llanas, la heterodoxia es un componente posible de un compuesto que la abarca; la ortodoxia.
Así pues, en la narrativa cristiana, la doctrina que afirma a la Virgen María como Madre de Dios es ortodoxa, y la que aclara que es Madre de Jesús, quien es Dios; sería, para el ejemplo, una aclaración heterodoxa que no se contrapone, sino que explica uno de los varios aspectos implicados.
Ahora bien, si se regresa al ejemplo matemático, y uno solo quisiese admitir que la √9 es igual a +3 y niega por voluntad, la verdad de que también puede ser -3, uno estaría “eligiendo” sólo un aspecto de la verdad y negando el otro. Esa elección lleva en ella un error implícito que, aunque a priori no se contrapone a la ortodoxia, sí lo hace al momento de explicarse. De allí el término “herejía”, muy utilizado entre cristianos para exponer justamente este fenómeno. Volviendo al ejemplo de la teología, si uno admitiese a la Virgen María solo como la Madre del cuerpo de Cristo, y negando implícitamente con ello la naturaleza divina de su Hijo; estaría por ello profesando una doctrina no heterodoxa, sino una herética según la narrativa religiosa; un nestorianismo.
De esto, se obtiene un explicación vaga pero medianamente ilustrativa sobre los conceptos ortodoxia y heterodoxia, y a su vez de una contraparte parcial; la herejía. Pero,aún queda la contraposición total, a la que lastimosamente se la está catalogando hoy en día cómo heterodoxa.
Si se regresa al mismo ejemplo matemático, y algún “ilustrado” afirma que como la √9 es igual a 3, eso quiere decir que √-9 es igual a -3, esa afirmación ya ni sería una herejía matemática, sino una estupidez que no engaña a nadie, aparentemente. Pero, así como en las matemáticas, que por desinformación un alumno o profesor puede que admita semejante burrada; en las humanidades, donde los conceptos no son tan homologados como en las matemáticas; se pueden admitir y con más frecuencia, barbaries por opiniones heterodoxas.
Ejemplo de ello, hay varios: la catalogación de la medicina tradicional china como ciencia médica seria, la propuesta del aborto como derecho para las mujeres, matrimonios con cualquier cosa, derechos humanos para los animales y varias salvajadas más que quieren meterse en la psique colectiva por medio de la manipulación del lenguaje y otras estratagemas.
No es un cambio grande la mera aclaración de términos como los tratados en este escrito, no se salvará al mundo y la narrativa de este, tan solo porque queden claros estos conceptos. Pero sí ayuda en algo tenerlos claros al momento que haya diálogos, discusiones o instrucciones en los hogares y grupos cotidianos, a fin de que se desarmen ciertos escenarios futuros en los ambientes que sí son importantes. Así también, como propuesta a una futura apologética del término ortodoxia, por donde ya llegan y vendrán varios ataques retóricos que llevan en ellos la validación de la estupidez por coherencia.