La manzana envenenada

¿Qué tienen en común la juventud de ahora y Blancanieves? Pues que ambos fueron seducidos por un objeto de consumo que lucía bien por fuera, pero por dentro traía veneno. Así como la protagonista del cuento, los jóvenes de ahora “duermen” y no son conscientes de la realidad en la que vivimos. Han sido inducidos al más profundo sueño, en donde la distopía se convirtió en el ideal utópico a alcanzar, títeres de los que se aprovechan de la ignorancia y, por ende, de la inocencia. Así es Blancanieves: era ignorante de los peligros de su alrededor; lo que hizo que confiara inocentemente en la propuesta de la bruja que la envenenó.

Hace un poco más de un año se volvió tendencia una serie de televisión en la plataforma de streaming más grande del mundo. La propuesta de Netflix tiene el nombre de “Sex Education”, que hace un par de meses lanzó su segunda temporada, y ya está alistando su tercera entrega. Por la increíble aceptación que recibió no solo por parte de la juventud, sino también por adultos e incluso niños, por su rápida instalación en la cultura popular, y porque presentía lo que se escondía detrás de la serie, me vi en la obligación de sacrificar mi tiempo de calidad en pos de conocer la estrategia del enemigo, y ¡vaya qué estrategia!

[Sex Education] tiene la intención de inspirar a los televidentes a ser mejores personas, a través de un mensaje de igualdad e inclusividad…

La historia gira entorno a Otis, un adolescente de 16 años, que en la escuela se vuelve popular luego de brindar “terapia sexual” a sus compañeros del instituto. Leyendo la sinopsis uno creería que se trata de una historia común y corriente para un público joven, de las tantas que hay. No obstante, cuenta con una popularidad terrible gracias al marketing que implementa la plataforma, y el condimento de todo entretenimiento de moda: ideologías de izquierda ultraradicales, al punto de desechar casi en su totalidad las bases culturales y morales sobre las que descansa el status social en la vida real. Según los ejecutivos del servicio digital, los productores y los directores de la susodicha serie, la propuesta tiene la intención de inspirar a los televidentes a ser mejores personas, a través de un mensaje de igualdad e inclusividad, además, pretenden concientizar al público sobre la importancia del “amor al prójimo”, la educación sexual, los problemas psicológicos y la convivencia social y familiar. ¿Qué podría estar tan mal con algo que trata de abarcar las dificultades sociales que sufrimos en estos tiempos? Pues veremos.

Una de las cosas más absurdas en la narrativa es la naturalización de las relaciones sexuales dentro de un instituto educativo (no es que esto no hubiera pasado esporádicamente en el mundo, sino que lo retratan de una manera tan casual, típica e incluso práctica), mostrando a estos actos como “cosas de adolescentes” que lo hacen solo por romper las reglas, porque es normal a esa edad, o mi favorita de entre todas las justificaciones: “porque están explorando su sexualidad”. Extirpan de sus personajes el sentido común, la prudencia, la responsabilidad, y los mueven durante la historia al son de sus bajos impulsos y deseos. Ni siquiera tratan de que los protagonistas por lo menos al final sean conscientes de sus errores, que claramente son los “toquetéos” y la masturbación mutua a plena vista, o lo mencionado antes; las relaciones sexuales dentro del recinto estudiantil. ¡Qué mentes más enfermas y despiadadas retratan con tanta bajeza a los adolescentes que incluso hay animales que se comportan con más juicio!

Extirpan de sus personajes el sentido común, la prudencia, la responsabilidad, y los mueven durante la historia al son de sus bajos impulsos y deseos.

Otro mensaje potente de la serie es el del aborto. Una de las protagonistas, por clara irresponsabilidad suya, queda embarazada, y ante su condición económica y emocional decide someterse a una operación que pondría fin a lo que se desarrollaba dentro suyo. El problema no es sólo la poca consideración sobre un nuevo ser dentro del vientre materno, sino el cómo abordan la situación durante y después del aborto. Muestran a una adolescente salir de una clínica sin ninguna secuela psicológica después de la intervención (sin excepciones, hay múltiples consecuencias físicas y psicológicas en las mujeres luego de abortar), como si se tratase de ir al baño y hacer sus necesidades fisiológicas. Claro, convenientemente para lo que quieren convencer.

El problema no es sólo la poca consideración sobre un nuevo ser dentro del vientre materno, sino el cómo abordan la situación durante y después del aborto.

Por otro lado, no podía faltar la apología a la homosexualidad. Un endiosamiento a los que son de esta preferencia. No hay pretensiones de atacar a las personas con dicha inclinación, pero si a la absurda y forzada idea de querer convencer que la homosexualidad debería de ser de tal manera en la sociedad. No es exagero que en una pequeña subtrama, una protagonista secundaria descubre después de un par de sueños que era “pansexual”, esto significa: una persona atraída por cualquier género. Esta niña, busca a la chica de sus sueños, literal, y después de un beso, la convence de su homosexualidad. ¡Cuanta rabia ante las mentiras del posmodernismo! A los “progres” nos les conviene contar las penurias y los conflictos internos que sufre una persona con dudas sobre su sexualidad. ¡Tanta hipocresía se desborda de su discurso de inclusión! Porque las “relaciones tóxicas” y los maltratos físicos y psicológicos pueden ser pasables en las parejas homosexuales, pero en una hetero es irredimible. ¡Asquerosa doble moralidad! Todo es tan falso que cualquiera con un mínimo uso de cerebro se daría cuenta. Pero la juventud es Blancanieves, está dormida, rendida ante su ignorancia, potenciada por su flojera. Está dispuesta a comerse cualquier discurso (manzana) con tal de no hacer el mínimo esfuerzo de razonar. ¿El parámetro de elección?; que luzca bien.

A las grandes corporaciones de entretenimiento (música y desarrolladores de contenido) a los publicistas de vestimentas y la mayoría de los productos, a los políticos y todos los que están moviendo los hilos ideológicos en la cúspide del poder, no les interesa la inclusión o la igualdad, la paz y la unidad, la mujer y el feminismo, la homosexualidad y los derechos LGBT, les interesa el dinero, por eso financian las tendencias, y naturalizan lo absurdo, no importa si es una mentira o va contra las leyes de la física, van a aprovecharse para sacarle el jugo a nuestra estúpida generación. Suena a paranoia, hasta que se googlea Planned Parenthood; la empresa clínica de abortos más grande del mundo, que pelea por instalarse en la mayor cantidad de países posibles, que se abandera de ideales de izquierda, convenientemente apoyando ONGs y marchas alrededor del globo.

A las grandes corporaciones de entretenimiento […] no les interesa la inclusión o la igualdad, la paz y la unidad, la mujer y el feminismo, la homosexualidad y los derechos LGBT, les interesa el dinero.

Volviendo a la trama de la serie, de la lista del combo ideológico rescato un obvio punto que no puede faltar en los discursos progresistas: el ataque a la familia tradicional. Tan sutil pero muy potente, el mensaje se infiltra en el subconsciente de cualquiera que la vea tan superficialmente, como la mayoría. En el más que diverso mundo de Sex Education, solo existe una familia normal, con papá, mamá e hijo. Tan casualmente, la misma es encaminada a la ruptura, por culpa de un mal padre y mal esposo. Nadie puede negar que esto existe, pero se puede hasta oler la intención de demeritar esta composición, creando el oportuno y más hostil ambiente familiar, con la afán de modificar el concepto de familia, y darle validez a las otras “variables”, como por ejemplo; la de dos madres para un hijo. La pregunta es: ¿Por qué si la idea es la inclusión, no hay una familia tradicional efectiva? Simple, porque no les conviene.

Entonces ¿cómo lograron llegar tan hondo al público? A pesar de la porquería de trama, el éxito es gracias a los actores que reconozco, hicieron un buen trabajo, lo entrañable de los personajes, y por supuesto; el amigo fiel de cualquier argumento moderno, el sentimentalismo. Esto genera empatía y simpatía para cada protagonista.

En fin, voy de nuevo a lo del dinero, la tendencia vende, y todo lo que amenace a la tendencia se convierte en un enemigo a combatir, en este caso, las bases morales y culturales de nuestra sociedad. Nunca me voy a cansar de repetir que nuestra generación es estúpida, débil y perezosa. Sin ganas de saber, sin ganas de pelear para defender, sin ganas de razonar. De manera que por eso nos hundimos en el estereotipo del posmodernismo bajo la premisa “estamos en pleno siglo XXI”, que sería el argumento más estólido para justificar nuestra depravada inclinación. Como si el paso del tiempo debería de justificar lo inadmisible, como si el sentido común dependiera de nuestros gustos. La verdad es lo que es, y es independiente a nuestra existencia.

El estar de acuerdo con algo debe de sucederse después de un escrutinio profundo de los hechos, no porque “creemos que está bien”. Cualquier persona que mueve sus ideales con lo último, en realidad no cree nada, sino compra una creencia de algo. Es así, que cualquier joven promedio que dice a la ligera estar a favor de la “paz y el amor”, es feminista, pro-aborto, ambientalista, animalista, simpatizante de la ideología de género, etc etc. El combo completo. Es tan predecible que duele.

Por encima de nosotros, el peligro está experimentando con la civilización en una arena, quieren que luchemos por su diversión en contra de la verdad, por su ganancia. Nos quieren moldear como plastilina. Por eso, necesitamos despertar a la que duerme dentro del cristal e ir a por la bruja de las manzanas envenenadas. Necesitamos dudar de lo que nos ofrecen para consumir, tanto color y amabilidad sólo puede tener una intención oscura detrás. Debemos de razonar antes de creer, y morir antes de traicionar el sentido común que hace posible la existencia de un cosmos.

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