La Gramática como fundamento del ejercicio de la filosofía y la virtud

“Initium sapientiae timor Domini intellectus bonus omnibus facientibus eum laudatio eius manet in saeculum saeculi”

La lectura, la enseñanza, la meditación y el trabajo constante son primordiales para el ejercicio de toda filosofía y virtud. Ahora bien, la lectura posee como su materia prima los textos escritos. La enseñanza, por otro lado, también tiene como principio los escritos; sin embargo, avanza aún más rumbo a las cosas que no fueron escritas pero que se refugiaron en la memoria, o que se notan por medio del conocimiento del objeto en sí mismo. La meditación ya se extiende hasta lo que es desconocido, y frecuentemente se eleva a cosas incomprensibles, desvelando tanto los aspectos ya manifestados del tema, cuanto los que continúan secretos.

El cuarto ítem, es decir, el trabajo constante, aunque sea limitado por la comprensión preexistente, y aunque necesite de conocimiento, pavimenta y prepara el camino para el entendimiento, porque tiene “buen entendimiento todos los que lo ponen en práctica”.

Los heraldos de la verdad, está escrito, “proclamarán las obras de Dios, y comprenderán sus hechos”. El conocimiento precede, por la propia naturaleza, a la práctica y al cultivo de la virtud, pues ella no “corre sin saber adónde va”, tampoco “golpea el aire” en la guerra que hace contra los vicios. Al contrario, “ella ve adónde va y para donde distiende el arco”.

La lectura, La enseñanza y la meditación dan a luz al conocimiento. De ahí resulta que la gramática, que es fundamento y raíz del conocimiento, lanza, por así decirlo, una semilla como que en el surco de la naturaleza. Esa semilla se transforma en un tronco de sólida virtud y crece de muchas formas, hasta que fructifica en buenas obras.

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