Es más, las normativas regentes señalan la necesidad de buscar referencias actuales, pues considera que los escritos de los últimos cinco años tienen mayor veracidad de hechos y precisión en los datos.
Quizá, esta regla pueda aplicarse a las ciencias exactas, pero en lo que corresponde a las ciencias sociales; cuanto más se aleja de los orígenes del conocimiento, más se acerca a una fatua recopilación de estudios accidentales en cuanto no abstrae y olvida de la esencia misma del objeto de estudio.
De ahí reside la deficiencia de la “ciencia psicológica”.
La psicología como ciencia – es decir, en donde su objeto de estudio puede ser medido, manipulado y reproducido en laboratorio – surge con Fechner y Wundt, en donde el interés del primero residía en realizar una medición de la percepción, y el segundo, en realizar un registro cognitivo. Esa es la historia conocida por todo y cualquier estudiante de las carreras de psicología pues en los manuales siempre se resalta este hecho como el logro que ha permitido la iluminación de la psique humana.
No obstante, el problema surge cuando se indaga acerca de la definición del objeto de estudio: ¿Qué es la psique?
Antes del surgimiento de la psicología moderna, la cuestión de la psique no era un problema, pues había una visión global del ser humano como un microcosmos, luego, estudiado desde su totalidad.
El cientificismo fragmenta este ser en aspectos tan ínfimos que su estudio se transforma solo en un rigor y cada vez más se aleja de los axiomas de su comprensión, transformando la psicología en una profesión que se ocupa únicamente de las psicopatologías – como enfermedades de la psique –, y por ende, separar a todas las personas según un diagnóstico clínico que lo hace entrar en una categoría del grupo a, b o c.
Mientras los “académicos” intentan medir el “nivel de autoestima en adolescentes que consumen vaper”, los verdaderos intelectuales se toman el tiempo para definir la psique y brindar las aclaraciones necesarias que todo psicólogo debería conocer, pues, nunca se escuchó hablar de un médico de corazón – cardiólogo – que no sepa qué es un corazón, entonces, ¿por qué con la psicología y psiquiatría sería diferente?.
El profesor Olavo de Carvalho aborda la cuestión de la psique definiéndola de esta forma:
“La psique es una zona de indeterminación en donde el hombre combina las causas de orden física, lógica y causal. La psique adquiere poder en la medida en que se conforma con la necesidad física, lógica y con lo casual, aprendiendo a contornarlos. La psique es el principio de la libertad humana, siendo una ilimitación de posibilidades y, como tal, ella intenta realizarse en el mundo, limitando sus posibilidades, sea a través de la experiencia obtenida que la impide de hacer esto o aquello; o de la negación de la satisfacción de un deseo”.
La negación de la satisfacción de un deseo es una capacidad meramente humana puesto que el animal no tiene la capacidad de contrariarse; su existencia está fundada en la supervivencia, y no en dar un sentido a su existir. Sin embargo, es difícil hacer psicología cuando el estudio de los procesos mentales y conductuales orientan al paciente a buscar el placer huyendo del dolor, abordajes que ocupan más y más espacio en las labores médicas y no es para menos, pues si la atención profesional se centra en este recorte de la realidad humana, la desatención con la totalidad del ser hará que los efectos colaterales sean mayores que los beneficios.
A partir de esta definición, se puede concluir la verdadera finalidad de la ciencia psicológica: hacer que el hombre sea más hombre y menos animal.
Se trabaja la verdadera esencia humana cuando la “ciencia psicológica” sea capaz de conocer su objeto de atención y sepa direccionar su actuar hacia un abordaje de “lo mejor posible” y no solamente hacia cuidados paliativos de la existencia.
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