Por Alvaro Alberto Ferreira Mendes Junior
En una célebre batalla de la primera guerra mundial, los soldados alemanes resolvieron invadir las trincheras francesas y tuvieron un comienzo abrumador, dejando muertos y heridos por todas partes. De repente, un acto heroico de un soldado francés cambió el rumbo del enfrentamiento. Al ver el caos imperar entre sus hermanos, el teniente Péricard se alzó con una bolsa de granadas y gritó: “¿Qué hacéis por tierra, camaradas? Levántaos! ¡Muertos, de pie!”. Y los heridos se levantaron y combatieron venciendo al invasor germánico. Después de la lucha, el teniente comentó que su grito había sido una expresión del único bien que sentía poseer en aquel momento, la Fe. Virtud esta que renació en el corazón de todos los soldados que oyeron su llamado a la defensa de Francia.
Ha llegado el momento de las asociaciones católicas. Ellas salen en medio de los católicos que duermen.
Mons. Sebastian Leme, el segundo Cardenal de Río de Janeiro y de América Latina, fue un gran maestro de la contrarrevolución católica y recordó el episodio Péricard para convocar a todos nosotros a una efectiva organización en defensa de la Fe: Nuestras trincheras católicas están siendo invadidas por el enemigo. Espiritismo, protestantismo, libre pensamiento, odios sectarios, anarquismo, respeto humano, la incredulidad y el indiferentismo religioso penetran en nuestros campamentos. Alerta, soldados de Cristo. Pero… los soldados son pocos, los soldados yacen por tierra, somnolientos, heridos de tedio, muertos de sopor… Ha llegado el momento de las asociaciones católicas. Ellas salen en medio de los católicos que duermen, gritando: “¿Camaradas, qué hacéis? ¿Duermen? ¿Mueren? Levantaos… Jesucristo os llama. ¡Muertos, de pie!”.
La Liga se alza sobre los escombros de la Universidad y ahora clama a todos nosotros: “Levantaos. Jesucristo os llama. ¡Muertos, de pie!”
El teniente Péricard es sólo un arquetipo de una ley histórica general que puede definirse en los siguientes términos: pocas personas organizadas conducen los rumbos de la civilización. Así, nuestro Señor Jesucristo utilizó a los apóstoles como instrumento para la conversión de todo el Occidente, San Benito y los benedictinos reconstruyeron Europa y San Ignacio inició la obra de fundación de la América católica con sólo nueve sacerdotes en 1540. ¿Esto significa que el escenario desolador de las tierras paraguayas puede ser revertido a largo plazo? ¡Sí, claro! ¿Pero cómo? A través de hombres que quieran seguir los pasos de los apóstoles y dedicar sus vidas a rezar, estudiar y defender la Fe. Ellos deben reunirse en grupos que actúan con el fin de expandir el reinado social de Nuestro Señor y la Liga Patriótica Universitaria es un claro ejemplo de lo que hay que hacer. ¿No ves la solución en el horizonte? La Liga se alza sobre los escombros de la Universidad y ahora clama a todos nosotros: “Estudiantes de Paraguay, ¿qué hacéis? ¿Duermen? ¿Mueren? Levantaos… Jesucristo os llama. ¡Muertos, de pie!”
*Doctor en Economía y vicepresidente del Centro Don Bosco (Río de Janeiro y Brasilia).
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