El último grito de socorro

“Quien tiene un porqué para vivir, es capaz de soportar cualquier cómo”. Con esta frase, Viktor Frankl sostiene su abordaje terapéutico denominado Logoterapia. En varios de sus escritos expresa que la verdadera angustia vivida en los tiempos actuales, es la falta de un sentido para vivir. No lo expresa solamente con afirmaciones teóricas, sino con los frutos de diversos estudios académicos y exploraciones de los estados motivacionales de pacientes y estudiantes que participaron en muestreos de investigación.

Al hablar de suicidio en los días actuales, es importante hablar acerca de los gritos de socorro de las personas que consideran a la muerte como una opción llevadera frente a la situación en que está viviendo.

No obstante, mucho antes de las investigaciones logoterapéuticas, y anterior a cualquier nombre que se pueda dar a esta corriente, Frankl ha estado en los campos de concentración en Auschwitz y como prisionero, ha experimentado en su propia piel la construcción de su teoría.

Frankl cuenta que en el primer día de prisión, hizo una promesa de que “jamás se lanzaría contra la cerca eléctrica” pues esta era la acción tomada por los prisioneros en el momento del desespero. Una observación importante que menciona en sus escritos, era la señal que daba un prisionero de que había desistido de luchar por su vida:

“Al vivenciar las experiencias de un judío en los campos de concentración, observó que las personas, a pesar del dolor, frío y hambre, todos los días se levantaban y realizaban las tareas encomendadas para que al final de la labor puedan recibir sus cupos y cambiarlos por cigarrillos, los cuales, posteriormente eran cambiados por raciones de sopa. Cuando un prisionero fumaba sus cigarrillos al final del día, ya se sabía que su final era la muerte pues había desistido de su vida” (Frankl, 2015).

Al hablar de suicidio en los días actuales, es importante hablar acerca de los gritos de socorro de las personas que consideran a la muerte como una opción llevadera frente a la situación en que está viviendo.

Existe un mito muy difundido acerca del tema que dice que “quienes hablan de suicidio no tienen la intención de hacerlo” lo cual se vuelve un problema cuando se trata de prevención, pues, al ignorar las señales previas, se refuerza las motivaciones para el acto.

Existen aquellos casos en donde el suicidio ha sido una medida desesperada sin previa meditación. En general, estos actos o son definitivos, o en el intento la persona recobra conciencia y difícilmente volverá a considerarlo.

Sin embargo, las ideaciones suicidas suelen ser uno de los síntomas de un diagnóstico de depresión mayor, y junto con la desesperanza, hace que el cuadro clínico requiera de mayor atención.

Una de las formas más rápidas de detectar la presencia de ideaciones suicidas es cuestionando directamente sobre el asunto. Por más que lo niegue verbalmente, la prosodia y el lenguaje corporal demostrarán sus verdaderas intenciones. Pero, esta técnica debe ser aplicada con mucho cuidado y su uso es casi exclusivo para profesionales de la salud mental.

Quienes hablan de suicidio no tienen la intención de hacerlo.

En el día a día, las personas dan demostraciones de sus intenciones de diversas formas. Estas demostraciones son los últimos gritos de socorro esperando que alguien muestre una luz en medio a la oscuridad. Estos gritos silenciosos son la clave para la expresión de la compasión o, en términos actuales, de la empatía que se tiene con el problema del otro.

Cuando una persona expresa que “ya no tiene motivos para vivir”, lo está manifestando como un pedido de auxilio para que le muestres un motivo para vivir, pues, la creencia de que no hay esperanzas para su situación, cierra todas las puertas y ventanas y la persona solo espera que alguien le extienda una mano para encontrar una salida alternativa.

Cuando Frankl recibía en su consultorio a una persona con ideaciones suicidas, siempre la cuestionaba: “¿Por qué no te matas?” Y así descubría el “porqué” de la vida de su paciente que le hacía soportar los “cómos”.

Toda persona tiene un “porqué” y sus gritos claman por descubrirlo, y al lograrlo, será capaz de enfrentar los “cómos” siempre y cuando encuentre el sentido del sufrimiento.


Referencia: Frankl. V. (2015). El hombre en busca de sentido. Herder Editorial

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