Escrito por: Mabel Bazán
Un niño no aprende con sermones sino con el ejemplo. ¡Que más vivo ejemplo de aquel que da la vida por sus amigos!, así uno aprende que dando la vida salva a otras. Dos urgencias que convergen:
1- el peligro inminente de perder la vida en un siniestro
2- el peligro inminente de perder el alma para siempre
Los niños no comprenden estas urgencias todavía pero pronto lo harán y agradecerán haber tenido como ejemplo primero a sus padres que le inculcaron la caridad, dar la vida por los demás, el amor al prójimo llevado al extremo y la reverencia hacia lo sagrado, también agradecerán luego a los hombres de Dios que les revelaron los misterios de la fe.
El amor al prójimo y la fe se ven reflejados en un solo hombre que con admiración y subordinación los niños se acercaron a él para contemplar la convergencia de dos urgencias: Salvar las vidas y los bienes pero por sobre todo contemplar la urgente primacía de salvar las almas.
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