El movimiento #UNANOTECALLES surgido en el seno de la Universidad Nacional de Asunción, como reacción a largos años de injusticias, irregularidades y malos manejos de sus autoridades, tuvo como apoyo a gran parte de la sociedad y como resultado de esta situación se extendió sobre todo el país como reguero de pólvora.
Rápidamente se organizaron grupos contestatarios en casi todas las facultades, de las diferentes universidades del país.
La U.N.E. y sus facultades no fueron excepción. Pero la lucha, que es buena cuando los objetivos son honestos, claros, nobles y buscan el bienestar general, mutó por la manipulación de personas que vieron en el conflicto, una oportunidad para conseguir sus intereses, que no siempre son los mismos que los del grupo al cuál representan, siempre habrán pescadores en río revuelto, aquí, allá y acullá.
Estos pseudolíderes rápidamente se ponen a la cabeza de cualquier manifestación de descontento del grupo, adoptando en apariencia los mismos objetivos que el mismo.
En este contexto, azuzando a los componentes, proponen atropellar desbocadamente todos los reglamentos, leyes y normas vigentes que por supuesto están allí para proteger la institucionalidad y garantizar el funcionamiento regular de toda Institución. Muy rápidamente siembran el caos, situación en que se mueven como peces en el agua, cuanto más alboroto, más posibilidades de conseguir sus objetivos espúreos.
Pero como solo la verdad se fortalece con el paso del tiempo y sobre todo en filosofía, la verdad, siempre fue objeto de reflexión; las máscaras de estos pseudolíderes comenzaron a caer, los buenos alumnos que jamás se apartaron de la ciencia y la disciplina, rechazaron todas aquellas creencias de las cuales podrían plantearse alguna duda, custodiados por el amor incondicional a la sabiduría. ¿Habrá sido el espíritu de Descartes? ¿O el sentido común? Situación opuesta a los amorales que captaron la buena voluntad de sus ahora camaradas desertores de lucha.
En cuanto a los pseudolíderes que en realidad no tienen ningún interés en conseguir los objetivos que declaran, como cuando alientan a la desobediencia al orden establecido, mientras ellos mismos continúan activando dentro del sistema al presentarse a los exámenes, para no perder el año o tal vez la carrera y alcanzar así anhelado cartón de su abominable Universidad. Es una forma de decir: “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” arrastrando a muchos de buena voluntad y carenciados de información certera, a afrontar las consecuencias de una situación provocada en principio por ellos mismos. Hay en quienes aún quedan esperanzas de alcanzar con súplicas y llantos la misma suerte. Mientras tanto las circunstancias colocaron a maestros y auténticos líderes en sus respectivos lugares, dentro de una sala de aula.
Nada es perfecto, empero, vamos por el camino correcto construyendo a nuestro paso, la sociedad de conocimiento fuertemente humanista, hasta la verdadera y pura reforma universitaria.
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