Causa de la muerte: Miedo

El ser humano al nacer, inicialmente  es propenso a ser pasivo de dos miedos: a caerse y a los ruidos, luego deviene inevitablemente otros, adquiridos o inducidos.

Desde niños, somos advertidos sobre diversas clases de peligros, básicamente sobre la maldad del ser humano y por ello, crecimos escuchando que “no se debe hablar con personas extrañas”.

Temer ante el peligro es un sistema de defensa biológico, primordial para la supervivencia de la especie, pero llega un momento en donde este movimiento emocional, sale de su curso normal y se vuelve algo disfuncional en lo cotidiano.

No se necesita ser un profesional de la salud mental, para encontrar con frecuencia, individuos “transidos de miedo”, condición que comúnmente se cataloga como ansiedad. 

No obstante, esta reflexión no tratará sobre este asunto en específico, sino sobre la falsa percepción de inseguridad y el miedo desproporcionado.

En 2019, empezaba una maestría en Psicología Criminal y el primer trabajo práctico consistía en realizar una investigación de campo, acerca de la percepción de miedo frente a los delitos. Estudiando más a fondo, encontré una investigación realizada por Martens (2018) publicada bajo el título de “Atlas de la violencia e inseguridad en Paraguay”. 

En este estudio, me ha llamado la atención dos aspectos: 

1) La violencia en Paraguay está en decrecimiento.
2) Las personas se sienten cada vez más inseguras.

La contradicción es muy evidente, el fenómeno solo se explica por otra variable, estudiada por Martens: el acceso diario a las noticias.

Esta misma población que dice sentirse insegura –a pesar de la disminución del índice de violencia– es la misma que consume noticieros diariamente. También el siguiente detalle es curioso. Cuando se ha cuestionado acerca de esa percepción, los mismos encuestados que han mencionado sentir que la violencia a nivel país ha aumentado, refieren que a nivel local la criminalidad sigue igual o menor.

 Y aquí entramos nuevamente en el análisis del aprendizaje del miedo, pero en este caso, hablando de un condicionamiento, ya que se induce a un miedo general, contradiciendo la experiencia sensible de los hechos.

A esto denominamos “sensacionalismo”, es decir, producir sensaciones irreales en las personas a través de la exposición de hechos mediante un recorte de la realidad.

No tengo conocimiento de alguna exhaurida investigación a nivel país, acerca de la percepción de miedo, en relación al tema salud/enfermedad, pero echando un vistazo a las noticias, el panorama no dista mucho a aquella de miedo cuyo componente era la criminalidad. 

Es tal vez inédito, en muchos años, que las personas tengan tanto miedo a enfermarse y en un grado paralizante, no es la clase de miedo que te avisa a tomar actitudes hacia el cambio en el estilo de vida. Sobre todo punto de vista, es más perjudicial que benéfico, por la sencilla razón que genera en la persona una serie de reacciones, que desencadenan una inmunodepresión que lo deja susceptible a cualquier enfermedad. Aquí se verifica una ecuación básica: a mayor miedo, menor capacidad inmune del cuerpo para combatir afecciones médicas.

El miedo alimentado por los medios de comunicación, está lejos de cumplir una función preventiva, pues la prudencia no subyace como el genuino interés, cuando se trata de lucrar con la vulnerabilidad del pueblo.

Si por un lado, las personas están bien informadas, y ante la inminente posibilidad de enfermarse, han cambiado sus hábitos, fortaleciendo su sistema inmunológico, dejándolos más resistentes en caso de contagio y con una pronta recuperación; por otro lado, están las personas que se alimentan del miedo producido por la idea de la muerte y que su única actitud es encerrarse, con la creencia de que así se protegen de cualquier mal.

En ninguna autopsia se analiza los niveles de miedo en el cuerpo, pero si eso fuera posible, tendríamos altos índices de personas que murieron de miedo.

Referencia

Martens, J. A. (2018). Atlas de la violencia e inseguridad en Paraguay. INECIP: Asunción, Paraguay. Recuperado de: Conacyt

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